viernes, 26 de noviembre de 2010

DOS MICRORRELATOS

El objetivo que me había propuesto en un principio no lo he llevado a cabo. En parte por obligaciones personales y falta de tiempo, pero también por pereza, porque si no visitan esta página carece de sentido colgar nada. Bueno últimamente me he animado, y voy a colgar un par de microrretos que me seleccionaron en un concurso que realiza la mutualidad de la abogacia, www.abogados.es/microrrelatos/ . Se trata de un concurso mensual, los relatos han de tratar sobre juzgados, o abogados, y han de contener cinco palabras que dan cada mes, no pueden contener mas de 150 palabras.
Ahí van dos de ellos, que tienen relación uno con otro.

DOROTEA 1º PARTE

La abogada vivía enamorada del juez. Aunque todos lo encontraban soberbio, autoritario, misántropo, ella creía descubrir en él un espíritu sensible, amante del arte, la belleza. En sus encuentros, ella desplegaba sagazmente sus mejores armas femeninas para seducirlo, sin éxito. Aquella mañana tuvo una personación en su juzgado. Iba muy sensual, con su vestido de diseño italiano. Desde hacía meses, él intercambiaba e-mail con una desconocida y constantemente, incluso durante las vistas, entraba desaforado a su correo, buscando señales de su Dorotea. Por la noche, al llegar a casa, extenuada tras una inhabitual guardia de asistencia a detenidos, ella corrió al ordenador. Intensa felicidad se dibujó en su rostro, mientras leía:”Queridísima Dorotea, me siento como enterrado en un pozo profundo, sin luz, porque hoy no he sabido de ti... Ninguna persona de las que vi hoy, me puede interesar, ni emocionar. ¡Sólo tú me haces sentir vivo!”



DOROTEA 2ª PARTE

Querido Arístides: Sólo en estos últimos meses de correspondencia contigo, siento que he vivido verdaderamente, que he sido auténticamente yo. Mi mundo interno, tan complejo, atormentado, sólo contigo ha podido ascender de ese pozo profundo en que siempre estuvo enterrado, por falta de comunicación. No te puedo expresar por escrito, lo mucho que he gozado hablando de literatura, de la vida, contigo. Insistes en que nos conozcamos. ¿No has pensado que quizá, podríamos habernos tropezado por tu juzgado, sin haberme reconocido tú? Yo podría ser cualquiera: aquella testigo que en su declaración estornuda por alergia, aquella abogada antipática... Alguien que en el mundo real, te resultara indiferente. Temo que la realidad destruya esta magia, esta dicha. No obstante, estoy dispuesta a complacerte. He soldado mi corazón, para evitar el dolor, que tu despecho pudiera causarme al revelarte mi identidad. No temas herirme. Un abrazo. DOROTEA.